Única fotografía realizada por Joel Peter Witkin durante su estancia en Madrid en la primavera de 1988
La fotografía fue realizada en el estudio «El Matadero» de Alcalá de Henares. El fotógrafo Martín Sampedro acompañó a Witkin en su búsqueda de materiales para la confección de Bruja. Así, el cadáver del perro procede de la Perrera Municipal de Madrid, el bonito fue adquirido en Mercamadrid y el resto de desechos de animales (cuernos, cabezas, etc.) fueron cedidos por el Matadero Municipal. En agradecimiento a la ayuda prestada por el fotógrafo español, Witkin le remitió esta copia dedicada que publicamos junto con el relato de las impresiones de Martín Sampedro acerca del artista norteamericano, acompañado en todo momento por Regina, su intérprete, y sus dos mujeres, Cynthia y Bárbara.
Nos habíamos quedado solos en el «Matadero», en espera del hielo para conservar los animales. Hablábamos con mi inglés torpe de los problemas que podría haber para construir a Bruja. Joel dibujaba en pequeños papeles bocetos de como podría ser. Me enseñaba los secretos de su bolsa (telas preciosas, máscaras de cera, tetas, alas de ave, cuchillos japoneses, ojos de cristal…). Lo contemplábamos como un tesoro y descubríamos cada ojo, cada teta, colocando un objeto tras otro, cada ala, cada cara creando una especie de escaparate de órganos donados. Al día siguiente volvimos al «Matadero», para realizar definitivamente la fotografía. Bárbara conducía la furgoneta alquilada que tanto olía a pesca-do. Joel y Cynthia hacían bromas mientras Regina y yo intentábamos adivinar cómo encontrar la carretera para llegar a Alcalá. Ya en el «Matadero», cuando todo estaba resuelto, nos despedíamos de Bárbara, Cynthia y Regina que prosiguieron viaje para visitar Toledo. De nuevo preparamos todos los objetos necesarios para la foto. Entre corte y agujero tomábamos unos tragos del rioja que nos había comprado Regina. Hacíamos bromas morbosas y nos reíamos diciendo disparates. Se acercaba ya el momento de construir la Bruja. Yo tenía que preparar la clase y salí para hacer algunas llamadas. Cuando volví, el perro estaba ya cortado. Joel se había quitado los guantes porque le molestaban para trabajar.
Me contaba los problemas que había tenido para cortar el cráneo del perro. El estudio estaba lleno de sangre y el olor aun-que intenso era agradable. La ceremonia había comenzado. Joel había prometido regalarme una foto y lo utilizó para pedirme que saliera del estudio. Dijo que no quería que yo viera aquello que prefería sorprenderme con la foto y además estar solo por si necesitaba gritar. Le comprendí perfectamente, así que nos tomamos unos tragos de vino y me fui a comer un sandwich. A las ocho vinieron los alumnos y yo tenía que dar la clase en la sala de proyección. Recuerdo que hablábamos de los materiales Polaroid, cuando se escuchó un sonido que parecía venir de la calle. El ruido se hizo cada vez más fuerte e intenso. Me dirigí a la puerta del estudio y al abrir, apareció la gigantesca sonrisa de Joel con las manos llenas de sangre y unos plásticos sucios cubriendo su camisa. Entonces, recordé que habíamos olvidado en el laboratorio el satén gris para el fondo de la foto. Entre los alumnos se repartían sonrisas y caras extrañas. Le di la tela y volvió a trabajar. Por fin terminó la clase, eran las diez y media de la noche y me moría de ganas por ver la bruja terminada. Entré en el estudio, Joel había puesto una plancha de corcho para que nadie pudiera mirar por el agujero de la puerta.
Cuando ya estaba cerca y podía verla, Joel se volvió y señalándose los ojos, me pidió que caminara de espaldas sin mirar a Bruja. Nos reíamos, la situación no era para menos. El estaba muy contento porque todo parecía estar saliendo muy bien, pero aún no había terminado, así que quedamos en recogerle después de las doce. Cuando llegamos al estudio ya estaba todo recogido en unos sacos azules. Era de noche y al sacar las bolsas a la calle, nos miraban como si llevásemos un cadáver. Yo intentaba tapar el reguero de sangre que quedaba en el suelo, Joel se reía y echaba más aguafuerte para desinfectarlo. Todo estaba listo para marcharnos. Nos dirigimos al «Pelotilla», el seiscientos de Pacote que nos llevaría a Madrid. Isaac, Gorka, Pacote, Joel, sus bolsas y yo hicimos todo lo posible para entrar en el coche. La cena se alargó hasta después de las cuatro de la mañana. Nos despedimos en la puerta del hotel donde tantos problemas tuvo para conseguir una cama de tres. Le recordé las palabras que dijo al comenzar el seminario en el Círculo de Bellas Artes, se volvió a reír y nos fuimos. Al día siguiente fui de nuevo a mi despacho en el «Matadero». Sobre mi mesa dejó una pluma blanca, otra azul, una teta de cera y todas las telas que me habían gustado.
MARTÍN SAMPEDRO MUÑOA
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Sobre la cama está Bruja. La miro sin miedo. Sé que a ella no le importa. Su mirada triste se pierde en el tiempo. Pero me escucha, sé que me escucha, aunque su afán sea respirar hondo para batir las alas y con sus remos cansados arrastrar su cuerpo de animal muerto. Le hablo de la belleza de su pecho, de sus pendientes delicados de bronce, del esplendor de su espada… Ella señala un deseo, cierra los ojos y con el papel y una pluma vuela.
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Revista: Sur Exprés Nº 12. Madrid. 1988
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Puedes visitar su exposición JOEL-PETER WITKIN. PHotoEspaña 2016 – Festival Off. / Del 8 de junio al 30 de julio de 2016 en la Galería MICHEL SOSKINE INC. General Castaños 9 28004 Madrid. www.soskine.com